Había ejercido su poder como sabía, con odio y sangre, seguro de que era intocable. Cuán equivocado estaba... Postrado en su lecho de enfermedad, recuperándose de una vieja herida que de vez en cuando le daba la lata, esta vez había tardado casi un mes en volver al frente de sus labores. Y un mes era todo lo que habían necesitado aquellos desagradecidos para ir al Rey con sus malditas quejas. Aquel cabrón les había escuchado, malditos fueran por mil años él y su descendencia. Y había buscado ya quien le sustituyera.
Nadie lloró. Nadie pronunció una palabra ni le dió una palmada de ánimo. Nadie le miró a los ojos. Se alejó rumiando su rencor por aquellos que habían sufrido su cólera y sus contínuos ataques de rabia y habían tenido la osadía de rebelarse. Y cuando su figura fue un recuerdo en el horizonte, los gritos de júbilo y los vivas pronunciados en honor del nuevo regente resonaron por toda la ciudad.
(...)
El viernes pasado, cuando vi que tras el cambio de cocinero de mi empresa el carro de los desayunos no sólo venía repleto de manajares desconocidos hasta el momento sino que además habían vuelto a comprar bolsas de papel para que no te tengas que llevar el croissant grasiento o el donut de chocolate envuelto en una triste servilleta de papel hasta tu mesa, un grito brotó de mi garganta, sin que pudiera hacer nada por evitar que saliera...
- "¡Se acabó la Era de la Servilleta...! ¡Muerte al tirano!"
Algún día escribiré una saga tipo "Canción de Hielo y Fuego". Será por inspiración...
Algún día escribiré una saga tipo "Canción de Hielo y Fuego". Será por inspiración...
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