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domingo, 9 de octubre de 2011

Podríamos

Típico salón de casa española de clase media. En el centro, un sofá de tres plazas en el que se encuentran sentados un hombre y una mujer de unos 40 años. Él lleva americana y pantalones de lino blanco, camiseta azul eléctrico y unas Doc Martens negras. Ella lleva una minifalda de encaje negra a juego con la camiseta de rejilla, medias rotas y botines de tacón de aguja, el pelo planchado en pequeñas ondas, y adornos de plástico de vivos colores.

A su alrededor, varios grupos pequeños de personas disfrazadas: Animales, brujas, monjas y curas, hombres disfrazados de putas, la fauna habitual de una fiesta de disfraces. Hablan, fuman y beben, algunos bailan al compás de la música de fiesta. Ruido de conversaciones.

- Hombre: Mira que ha sido coincidencia, eh? Los dos vestidos de los ochenta...

- Mujer: Sí, tú de Sonny Crockett y yo de Madonna en sus orígenes... Lo que no entiendo de tu disfraz son las botas... ¿Por qué unas Martins?

- Hombre: Bueno, como no tenía mocasines, pensé que total, las Martins también son muy de los 80. ¿No te acuerdas? Además, no es lo mismo Miami en agosto que Soria en febrero, mis pies lo agradecen, créeme.

- Mujer (sonríe con cierta sorna): Es verdad, no recordaba lo detallista que eres.

Un hombre con un gran sombrero mejicano y bigotes falsos atraviesa la sala de izquierda a derecha tambaleándose y con evidentes síntomas de ir a vomitar. La mujer lo ha visto y suspira.

- Hombre: Madre, qué tajada lleva ese (se vuelve y ve la cara azorada de la mujer) Mierda. ¿Ese es...?

- Mujer (un poco avergonzada): Sí

- Hombre: No lo sabía, como no habéis venido disfrazados igual... He hablado un rato con él antes, me ha parecido un tío muy majo.

- Mujer: Es un encanto. Pero las fiestas no son lo suyo.

- Hombre: ¿Y eso?

- Mujer: No es un... "animal social". En reuniones con desconocidos se pone nervioso y bebe como un cosaco con cirrosis. Estará echando la papilla en el baño. Debería ir a verle.

La mujer se levanta. El hombre hace amago de levantarse también, pero finalmente se queda sentado, vuelto hacia el público. La mujer pasa por detrás y se aleja hacia el fondo derecho. Antes de salir se vuelve y avanza hasta el sofá. Toca en el hombro del hombre, que se gira rápidamente.

- Mujer: Ha sido bonito vernos.

- Hombre: Sí... Mucho.

- Mujer: ¿Cómo está Laura? No la he visto.

- Hombre: Tampoco es la reina de las fiestas, la verdad. Además, nuestra canguro estaba enferma. Vamos, que se ha juntado todo.

- Mujer: Ya veo... Bueno. Me voy a ver si Roberto ha sobrevivido a su estómago de bebé. Seguramente nos vayamos ya para casa. Es un poco tarde.

- Hombre: Claro... (se levanta y va detrás del sofá hasta ponerse delante de la mujer) Dos besos, ¿No?

- Mujer: Por supuesto.

Se besan en ambas mejillas semiabrazados. La mujer es la primera en separarse y se distancia del hombre, que no intenta retenerla.

- Hombre: Ha sido genial, vernos.

- Mujer: Sí. Oye, nunca te dí las gracias por...

- Hombre: Da igual. Ya da igual.

- Mujer: Sí, supongo que sí.

La mujer se aleja definitivamente hacia el fondo derecha. El hombre va detrás de ella y la hace volverse agarrándola con suavidad por un brazo.

- Hombre: No sé... a lo mejor podríamos quedar un día para echar un café, o un par de cañas.

- Mujer (suspirando): Podríamos. Claro que podríamos.

Se deshace con suavidad de la mano del hombre, y desaparece por el fondo derecha. El hombre vuelve arrastrando los pies hasta el sofá, se sienta y coge su vaso. Lo termina de un gran trago y se queda mirando distraído los hielos mientras la música festiva sube de volumen y la luz se va apagando lentamente.

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