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viernes, 7 de octubre de 2011

De cruasanes y hombres.

Había ejercido su poder con puño de hierro, había hecho todo lo posible por doblegar la voluntad de aquellos cretinos que no hacían más que rebelarse cada semana por sus supuestos abusos. ¿Y qué, si le odiaban? ¿Qué le importaba a él? ¿Acaso iba a venir alguien a aquel rincón perdido del reino a retarle y tomar su puesto? Sus subordinados no eran sino un hatajo de ovejas temerosas de perder su pasto y sólo podía sentir el más profundo de los desprecios por ellos. Y los campesinos eran todavía peor, con sus caras de asco y sus sonrisas frías y falsas.

Había ejercido su poder como sabía, con odio y sangre, seguro de que era intocable. Cuán equivocado estaba... Postrado en su lecho de enfermedad, recuperándose de una vieja herida que de vez en cuando le daba la lata, esta vez había tardado casi un mes en volver al frente de sus labores. Y un mes era todo lo que habían necesitado aquellos desagradecidos para ir al Rey con sus malditas quejas. Aquel cabrón les había escuchado, malditos fueran por mil años él y su descendencia. Y había buscado ya quien le sustituyera.

Nadie lloró. Nadie pronunció una palabra ni le dió una palmada de ánimo. Nadie le miró a los ojos. Se alejó rumiando su rencor por aquellos que habían sufrido su cólera y sus contínuos ataques de rabia y habían tenido la osadía de rebelarse. Y cuando su figura fue un recuerdo en el horizonte, los gritos de júbilo y los vivas pronunciados en honor del nuevo regente resonaron por toda la ciudad.

(...)

El viernes pasado, cuando vi que tras el cambio de cocinero de mi empresa el carro de los desayunos no sólo venía repleto de manajares desconocidos hasta el momento sino que además habían vuelto a comprar bolsas de papel para que no te tengas que llevar el croissant grasiento o el donut de chocolate envuelto en una triste servilleta de papel hasta tu mesa, un grito brotó de mi garganta, sin que pudiera hacer nada por evitar que saliera...

- "¡Se acabó la Era de la Servilleta...! ¡Muerte al tirano!"

Algún día escribiré una saga tipo "Canción de Hielo y Fuego". Será por inspiración...

jueves, 6 de octubre de 2011

La guerra necesaria

Mi abuela decía siempre que "una guerra es lo que os hace falta", para saber lo que era la miseria. En realidad mi abuela decía muchas cosas, entre ellas lo de que en mi familia teníamos "la belleza del tordo, la cara fina y el culo gordo" y que nos engordaba hasta el aire (frase que siempre pronunciaba mientras se comía unos huevos fritos con patatas, por cierto), pero lo de la guerra que nos hacía falta para saber lo que es miseria lo repetía a menudo. Que yo solía pensar "pues sí que nos quiere bien la abuela...". Pero con el paso del tiempo me di cuenta, cuando cada vez que iba a comer a su casa e indefectiblemente había preparado ensaladilla rusa (plato que a la sazón yo detestaba) y me obligaba a repetir, de que en realidad no nos odiaba a todos los nietos. Sólo a algunos. O a lo mejor ella sabía, más por vieja que por diabla, que con el paso del tiempo la ensaladilla rusa me acabaría gustando, y lo único que quería era abrirme los ojos y mostrarme el futuro... Quien sabe, las abuelas hacen eso y muchas cosas más.

Y sin llegar a los extremos de una guerra (e incluso aquí tengo mis dudas) estoy convencida de que mi abuela también consiguió ver el futuro en este caso. Vamos a ver miseria a nuestro alrededor. Mucha. Miseria en todas sus acepciones: La pobreza se palpa cada vez más en las calles; la mezquindad de los políticos (de todos los colores) es cada día más insultante; la avaricia de los que nos han llevado a esta situación, insaciable; el infortunio ya no se sabe si es perder el trabajo o mantenerlo bajo unas condiciones de cuasi-esclavitud; y todavía es pronto, pero seguro que se las arreglan para hacer de la plaga pedicular una enfermedad mortal con la que amenazarnos, y de la que vacunarnos con lo que queda de Tamiflu de otros intentos fallidos de acojonarnos con viruses. Como si lo viera: "la gripe de los pies negros".

Mi abuela murió en 2006, antes de la quiebra de Lehman Brothers, antes de que reventara la burbuja ladrillera, antes de que los bonos griegos valieran menos que uno de sus famosos yogures y antes (Dios bendito de mi vida) de que un negro "de esos que les das una latica y un palico y se tiran todo el día tiki-tiki, haciendo música" fuera presidente de los USA. Mi abuela es que siempre tuvo muy buen timing.

martes, 4 de octubre de 2011

Consumo preferente

Hoy he descubierto que comerse un yogur caducado de mes y medio no es muy buena idea. Es más, lo he descubierto cuatro veces: Dos en el trabajo y dos más en casa. No voy a dar detalles porque no es cuestión de salir en los buscadores de google para germanos aficionados a lo peor del fetish, pero puedo asegurar que no ha sido agradable.

Claro que si nos paramos a pensar, el yogur como concepto tampoco es agradable. El yogur no es más que leche semipodrida y fermentada con bichitos. Que son buenos para el organismo, que conste, pero bichitos al fin y al cabo. Y se ve que esos bichitos tienen cierta tendencia innata a volverse malos, pero malos de verdad tipo Darth Vader, que fue bueno pero se echó a perder el pobre, como mis yogures del Mercadona. Y soy consciente de que una vez pasada la fecha de caducidad por cinco, a lo sumo siete días, debería haberme deshecho de ellos pero... bueno, digamos que no me gusta tirar comida.

Aunque lo que más me jode es que ni siquiera he batido mi record. Claro que cuando me comí aquel yogur caducado de tres meses estaba un poco deprimida, y supongo que podrá contar como intento frustrado de suicidio. Lo de hoy ha sido mera inconsciencia veinteañera en organismo cercano a los cuarenta. Cosas de la edad, como cuando pronuncio la frase "¿Por qué las resacas me duran cuatro días?" mientras agito un puño furibundo y pongo a Dios por testigo de que nunca volveré a beber garrafón.

El yogur caducado ha pasado por mi tracto digestivo con la misma delicadeza con que Atila pasó por centroeuropa, más o menos, así que supongo que ahora no tengo bichitos de ningún tipo. Y si la publicidad no miente, para recuperarme me tengo que atiborrar de actimeles si no quiero aparecer mañana en el curro en formato marca de agua. Y las mañanas están siendo ya muy frescas para ir translúcida hasta el metro.

Ha habido suerte, he encontrado un actimel en la nevera, de cuando mi madre estuvo de visita. Está caducado de una semana, pero... una semana... bah, seguro que no pasa nada. Además, lo de las fechas es siempre orientativo, y vaya, ya he mencionado que me jode tirar comida, ¿no?

He oído que en el hospital tienen un área Wifi. Es bien. Me he propuesto escribir todos los días durante un mes y no es cuestión de rajarse al quinto día.

domingo, 2 de octubre de 2011

Gallinas y mamadas

El otro día leí un artículo sobre esta nuestra crisis. Bueno, leo muchos artículos sobre la crisis, básicamente porque apenas se escribe sobre otros temas, pero éste en concreto me gustó y preocupó a partes iguales.

Hablaba sobre la mala educación que nos dieron nuestros padres. Claro, ellos no lo sabían, pero todos esos mensajes de "cómprate una casa, ahorra, ten un trabajo fijo, sé una hormiguita, sé normal..." nos han atrofiado el cerebro para la supervivencia. El artículo venía a decir que son los que están preparados para perderlo todo y empezar de cero los que no tienen miedo a lo que venga. Los demás perecerán ahogados en sus propias deudas y temores.

Afortunadamente, a base de contradecir a mis padres por mero placer generacional nunca llegué a entrar por la puerta grande en el grupo de los endeudados. Como tenía un sueldo de mierda mientras los pisos tenían precios "asequibles", ni me lo planteé. Como cuando mi sueldo mejoró los pisos ya tenían precios más que absurdos, ni me lo planteé. Conclusión: No tengo prácticamente nada, pero tampoco tengo una deuda de 250.000 € con un banco por un piso que nunca debió costar más de 60.000 €. Lo cual, visto lo visto, no es lo de menos hoy en día.

Sin embargo, hay que prepararse para lo peor. He decidido que yo seré una de las supervivientes cuando el euro colapse, las economías se hundan y tengamos que volver al trueque. Para ello he elaborado una tabla de equivalencias de todos los bienes básicos en gallinas, que según tengo entendido es la moneda de cambio más habitual en las economías de trueque. Ha sido un trabajazo: Por un lado, existen cientos de razas diferentes de gallinas, según sean mejores para la carne, para el tema de poner huevos, para resistir ciertas condiciones atmosféricas... quién lo hubiera dicho, es toda una ciencia. Y claro, no es lo mismo una Leghorn ponedora que una Hubbard de recias pechugas y suculentas patas, por fuerza no han de costar lo mismo. Por otro lado... ¿El ADSL de 20 MB es un bien básico, o sería más bien el de 3 MB? ¿La crema exfoliante de fresas y moras podrá servir también como mermelada y por ende costar más? ¿No resulta un poco absurdo calcular el precio de una bandeja de pechugas de pollo fileteadas -la base de mi pirámide nutricional- en gallinas?

No ha sido fácil, para nada. Pero lo hice. Y me siento muy orgullosa de mi Excel dinámico donde además cualquier fluctuación y desvío en los precios es fácilmente modificable y donde se puede calcular el precio de los artículos no sólo en gallinas, sino en otros artículos. Por ejemplo, 1 trimestre de sucripción al WoW = 1,3296 estanterías Billy, modelo Morebo: Sencillo a la par que útil.

Me sentí muy orgullosa, al menos durante unos diez minutos... Hasta que se lo enseñé a mis compañeros de trabajo y alguien, sin duda envidioso pero no por ello carente de razón, apuntó: "¿Y de dónde vas a sacar tú las gallinas?"

Esa misma tarde le añadí una hoja al Excel. En un mundo sin dinero ni trabajos, y donde mis escasos ahorros sólo tendrán valor como combustible para quemar en un cubo metálico bajo un puente con otros vagabundos, no se pueden "comprar" gallinas. Habrá que obtenerlas de alguna otra forma. Con alguna habilidad que siempre tenga demanda, y que no precise de maquinaria o herramientas para ejecutarse, algo que se me de bien y además me guste... Yo lo tengo claro. Mi tabla de equivalencias de precios en gallinas y mamadas ya está preparada. Creo que la voy a poner a la venta en Internet, al módico precio de 1 Sussex madura, o 2 Orpington pequeñas.

sábado, 1 de octubre de 2011

Inicios y porqueses

Todo se desmorona. La economía mundial está colgando de un hilo y los Mercados, esos entes sin alma ni rostro, se divierten jugando a los malabares con tijeras abiertas y cuchillos ginsu. Cada vez que rozan la cuerda, el euro se tambalea y varios miles de funcionarios de diversos países empiezan a cagar blando. Y curiosamente, no puedo evitar pensar que los funcionarios son unos bastardos privilegiados; los demás no hemos hecho una deposición sólida desde la quiebra de Lehman Brothers, y acaban de cumplirse tres años. Eso es mucha salvacolina.

Además tengo un ataque de cuernos considerable. Me está volviendo loca la idea de que "cara de perrito apaleado", esa bellísima persona que no tuvo más remedio que terminar nuestra relación en enero porque yo no entendía los sutiles matices de su alma torturada, al parecer tenía el recambio buscado desde un par de meses antes, aunque haya disimulado lo suficiente después. Ataque de cuernos en toda regla, insisto. Así que acabo de borrarle como amigo en Facebook, he cambiado la URL y el nombre a mi antiguo blog, del que además le he bloqueado como seguidor.También le he bloqueado en Wassup, y todavía me queda revisar mis quinientas cuentas de correo para asegurarme de que sus mails son destruidos o enviados directamente a la carpeta de SPAM. Del móvil no le puedo borrar, para poder no contestarle si llama, y supongo que aún me podría enviar SMS, pero espero que tenga la decencia de no hacer nada por el estilo. Ufff... sería más fácil emigrar a Australia, la verdad. Sobre todo si tenemos en cuenta que, en una ciudad de cuatro millones de habitantes, tuvo que mudarse a dos manzanas de mi piso, la casa previamente conocida como "nuestro hogar", así que algún encuentro fortuito es posible, e incluso probable. Sí, así de preparado para dejarme estaba. Supongo que quería tenerme cerca por si la nueva finalmente no resultaba adecuada. Pero parece ser que sí. Ojeando su blog (sí, suena a espionaje adolescente, no me siento especialmente orgullosa de ello pero fue divertido) puedo colegir que está como una puta cabra. Pero como una puta cabra maternal y sobreprotectora, así que es perfecta.

El dinero se derrumba e intenta aplicar recetas del pasado que no funcionarán. Yo me derrumbo, pero tengo fe en que redecorando mi vida y empezando un blog que, espero, "aquel que no debe ser nombrado" (pero cómo me gusta el melodrama) no leerá jamás, la cosa mejorará. Ahora que lo pienso, la receta en mi caso tampoco es muy nueva. Igual está abocada al mismo fracaso.

Sicalipsis del colapso. ¿O acaso hubo ángel más bello que Lucifer descendiendo a los abismos de su egomanía?